En un mundo en el que la economía compartida a través de plataformas digitales manda, el alquiler de vivienda vacacional liderado por mujeres florece por varios motivos.
El entorno no jerarquizado de internet elimina la distinción entre sexos, razas y religiones, y la tradicional desventaja salarial sufrida por las mujeres se ve superada. Además, el alquiler de viviendas turísticas a corto plazo es un negocio que no requiere capital previo.
Las cifras avalan esta intuición: de los 169 mil millones de dólares que este mercado creó en 2018, según un informe del fórum turístico Skift, las mujeres gestoras jugaban un papel fundamental.
Los anfitriones en este mercado triunfan por la calidad de lo que ofrecen, el resto permanece invisible.
En un informe de Airbnb de marzo de 2017 se indicaba que, históricamente, las anfitrionas siempre han sido más que los anfitriones en su plataforma. Se estima que algo más de un millón de mujeres acogen en Airbnb, lo que las convierte en el 55 por ciento de su comunidad global.
Otro dato interesante: unas 50,000 mujeres en todo el mundo usan los beneficios ganados a través de el alquiler a corto plazo en esa plataforma para subsistir o para redirigir inversión en capital para lanzar sus propios negocios.
Este negocio es particularmente beneficioso para mujeres de países como India o Kenia en los que dicho estudio indicaba que una anfitriona podía cubrir de este modo un tercio del precio de su vivienda.
Como explica Vered Raviv Schwarz, directora de operaciones de Guesty, “cualquiera puede iniciar un nuevo negocio en la economía del intercambio. Los viajeros que eligen una estancia de corta duración a través de una plataforma de viajes online, eligen de acuerdo con las instalaciones anunciadas, y nada más. Lo que (afortunadamente) se ignora son factores como el género y la raza del anfitrión. Los anfitriones y los administradores de propiedades tienen éxito en función de la calidad de sus ofertas, sin el sesgo racial o sexista”.
La penetración y éxito de las mujeres en el alquiler de viviendas turísticas es algo que también obedece a la lógica del mercado hostelero en el que el 53 por ciento de su mano de obra es femenina mientras que solo la mitad ostenta algún cargo directivo. De modo que el paso al turismo digital no jerárquico era solo una cuestión de tiempo.